Cuando alguien se debate entre emociones conflictivas, aparece la bilocación.
Esta es la idea de la película japonesa Bairokêshon (Bilocación, 2013), de Mari Asato.
Una bilocación es una aparición de un doble nuestro, que dicen que todos tenemos por ahí por el mundo. Una bilocación es una locura, hablando en plata, porque eso de verse sin espejo por medio, no le hace gracia a nadie. Imaginemos que estamos preparándonos el café, para empezar bien la mañana, y al volvernos hacia el frigorífico, nos vemos registrándolo para coger la leche. No, muy divertido no tiene que ser.
Los doppelgängers, según la película, no interactúan con las personas y ésta (soy de la vieja escuela) es la esencial diferencia, ya que las bilocaciones (al menos en la película) conviven -y mucho- con los protagonistas. El arte, la vida y los miedos más profundos a perder lo más importante de nuestra existencia -es decir, la capacidad de elección aflora: la elección correcta, de ésas (repito que…) que pueden cambiar el futuro de una persona- se conjugan en una cinta interesante, o al menos, a mí siempre e ha llamado la atención el tema de los dobles.
Harry Clarke, ilustra magníficamente William Wilson de Edgar Allan Poe, un maravilloso cuento del genial escritor norteamericano, dedicado al tema de los dobles. Dejo unas fotos de la bellísima edición que Harrap editó en Londres en 1919.
Y por supuesto, recomiendo encarecidamente la lectura del cuento de Poe y la contemplación de los detalles que alborozan la vista y conforman el enorme trabajo que a lo largo de su vida cultivó Harry Clarke.
Te nominé para un certamen.
Justo Aquí: http://wp.me/p3h2Xr-8d
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