Víctor Sosa, lodos lotos: 40 poemas sobre dibujos de Francisco dos Santos, Lumme Editor, 2011.
Este es el tipo de trabajo conjunto en el que no se sabe cuál de los dos trabajos está más al límite si el de la línea o el del verso.

Sosa consigue llegar a parte de nuestros enterrados miedos solo con el apoyo de los grandes -y preocupantes- dibujos de dos Santos.

Efraín Rodríguez Santana, al final de libro, nos da doce pistas para poder interpretar, leer o disfrutar aún más, la lectura de este bello poemario y cómo conjugan ambos artistas la obra del otro, integrándola plenamente en la composición de una obra artística con carácter y volumen: cuando leemos el poema de Sosa, página derecha-aliteraciones, Goya y Argos o David Lynch pululando por las páginas- teniendo el dibujo de turno a nuestra izquierda, nuestra mente está pendiente de las transformaciones que prevemos que pueden sufrir esas criaturas a través de la palabra, y por el rabillo del ojo, somos conscientes de que pueden moverse en el verso, de que Sosa imprime vida a las proteicas singularidades que pinta dos Santos, al igual que dos Santo sabía perfectamente quién iba a ser el nigromante poético que les insuflaría vida más allá de las dos dimensiones a sus obras..
En las palabras de Sosa hay juegos fónicos, cargas semánticas de profundidad, cine, mitología, preocupación por el hombre y por las criaturas que puede esculpir el trazo que pinta y redobla dos Santos.

La naturaleza íntima se rebela contra la externa y viceversa: los animales y las plantas, el hombre y el cosmos aparecen para ser engullidos en dos adjetivos, una línea, un blanco sobre negro.

Y, para casi terminar, con permiso de los autores, dejo una muestra de cómo se vería el poema 34, con mis anotaciones donde doy cuenta de los sonidos y las repeticiones de sílabas, del predominio de las vocales “a” y “u”: de cómo se transforma en RAta o RIsa, aRRugándose esa MUeca de MUñeca de VUdú, maléVOla
Porque para terminar quiero mostrar algo: en el poema 19, lean y si tienen dos minutos más de tiempo, relean paladeando estas sílabas y marcas que les dejo, para que terminen ustedes, oyéndose decir el destino que Sosa vislumbra en este animal: disfruten…
pulpo en su alta
estima de tentáculos:
ventoso Wang Wei a propulsión.
si el mero o la morena merodea
simula ser matón y agranda
sus azules tiroideos, pero no
asusta así al loto del estanque.
es, en el fondo, un tierno que lee a Ovidio,
un monstruo sin chancleta y con bombín,
un mimo invertebrado que remeda
con bracitos lampiños al león.
octopus –le susurran las sirenas
pero -sordo el molusco- ni se entera.