La culpa fue de Miguel Arnas: Pynchon, Anderson y Phoenix: Puro vicio

Inherente vice, Paul Thomas Anderson, 2014

Miedo me daba esta película, sabiendo quién era el autor del libro. Pánico, los ojos de Phoenix, mírenlos, mírenlos en el cartel…

Quería leerme la novela -una de las pocas que no conozco aún de Thomas Pynchon- pero Joaquin Phoenix y Anderson (Magnolia, The master)… juntos… Buf, imposible resistirse.

Como las novelas de Pynchon (que hay que volver a ellas, después de quedarse medio lelo al leerlas), la película hay que verla un par de veces o más, porque el ambiente hippy, la atmósfera canábica y los silencios del personaje de Phoenix -Doc Sportello, extraño y fumado detective- hacen que la película sea un zambullirse en sensaciones visuales y auditivas de espectacularidad brutal.

La violencia no falta, las reflexiones sobre el sistema -Pynchon, ya saben- no dejan indiferente al espectador al conocer o recordar una época gloriosa de la incoherencia, las drogas y la revolución social de U.S.A. y los pensamientos y las palabras se convierten en fluidos de coctelera.

Cada vez me parece más interesante Joaquin Phoenix: lo veo como un actor en crecimiento y los personajes a los que consigue dar vida en la pantalla, me parecen de lo mejorcito que últimamente se ha logrado en cine: definidos, coherentes y equilibrados.

Y hablar de equilibrio en esta película de casi dos horas y media es complicado: el sexo, las libertades que se oyen lingüísticamente, sin la política correcta del «bien hablar» y el pensamiento o la moral caducos de hoy día, cuando se dicen y hacen «cosas» contradictorias: Doc Sportello es un derrotado que se sabe muerto, acabado, y que quizá, utilizando las pocas neuronas que le van quedando entre juerga y juerga -no premeditadas algunas- puede hacer el bien sin recibir nada a cambio, o al menos, nada material para él mismo. Esta grandeza lo convierten en uno de los personajes que hacen reflexionar, pensar que en el mundo, en cualquier época, hasta un fantoche -como lo ven los demás- enamorado -como se siente él- puede ser un buen tipo, una persona que lucha por los demás, dejándose por el camino mandíbulas y costillas en puños y patadas que le llegan a través de una mental niebla musical deliciosa, deliberadamente transmitida.

Leeré el libro –La subasta del lote 69, V, Vineand, El arco iris de la gravedad… hay posibilidades de elegir (Mason y Dixon, que no conozco…)- y hagan lo mismo si les apetece. Empecé por La subasta creo: me lo regaló el gran novelista Miguel Arnas, y es uno de los presentes que guardo, tras leerlo, con más cariño: ¡gracias, Arnas, por introducirme en ese raro y vital universo de Pynchon!

Ahora: si entran en esos mundos, quizá no quieran salir… quizá no puedan, y quieran más.

Avisados quedan.

De histeriasdecine.wordpress.com
La culpa fue de Miguel Arnas: Pynchon, Anderson y Phoenix: Puro vicio

2 comentarios en “La culpa fue de Miguel Arnas: Pynchon, Anderson y Phoenix: Puro vicio

  1. JRF7691 dijo:

    Siempre que veo a Joaquín inevitablemente me viene al subconsciente el filme de Ridley Scott: Gladiator. Aunque Russell Crowe centra toda la atención y «derrota» dentro y fuera de la escena a su oponente, Joaquín responde a la interpretación del neozelandés de forma más que convincente.
    Porque viéndole, tampoco puedo evitar recordar a su hermano de gran talento, el malogrado River cuya sombra era demasiado alargada.
    Aquel papel de Comodo, hijo del emperador Marco Aurelio, tal vez marcó un punto de inflexión en su carrera.

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